miércoles, 14 de mayo de 2014

DEMOS GRACIAS AL SEÑOR, NUESTRO DIOS

Las dos últimas semanas han sido de vértigo. El comienzo de las primeras comuniones, que no termanarán hsta el 31 de mayo; la celebración del día de la parroquia, con las confirmaciones; sesiones extra de confesiones y de preparación de la Liturgia; y una escapada rápida a Toledo, para celebrar una jornada de acción de gracias, no me han dejado tiempo para gritar algo "Desde las Azoteas". Lo hago después de dos semanas, lleno de gratitud a Dios y al Pueblo de Dios, con la alegría a flor de piel, y mirando con esperanza al futuro. La acción de gracias tiene un motivo especial: el día 8 de mayo nos reunimos en el Seminario de Toledo varias generaciones de sacerdotes. Doce de mi curso, para celebrar las bodas de oro; otros dieciséis, para celebrar sus bodas de plata sacerdotales; y algunos centenares más, para compartir nuestra alegría y nuestra acción gracias. Ya en enero nos habíamos reunido para preparar esta jornada, en un encuentro en el que partícipó Don Braulio, nuestro Obispo. Todo quedó perfilado, porque no queríamos convertir las bodas de oro sacerdotales en un homenaje, sino que todos deseábamos que fueran una jornada de acción de gracias, de comunión eclesial y de alegría. Por eso, comenzamos la jornada concelebrando la misa. El Arzobispo primado, acompañado de dos Obispos, compañeros de Semionario y de curso, que celebraban sus bodas de plata y de oro, presidían la ceremonia. De allí pasamos al salón de actos, donde los compañeros que trabajan en Moyobamba (Perú) nos presentaron un amplio reportaje sobre la marcha de aquella misión diocesana. Clausuró el acto el Arzobispo, dirigiéndose a cada uno con palabras entrañables y entregándole un recordatorio del encuentro. Luego celebramos un almuerzo de hermanandad, con una larga sobremesa en que cada uno pudo hacer pública su gratitud a Dios y a la Iglesia de Toledo, su alegría por los años transcurridos en el servicio al Pueblo de Dios y algún recuerdo que manifestaba nuestro cariño al Seminario. Fue impresionante la ocurrencia de un asistente, que había sumado las horas de entrega y de servicio de los veintocho que celebrábamos la efeméridos. Miles de horas de entrega y de servicio, de gracia por parte de Dios y de generosidad y miserias humanas por nuestra parte. No fue un homenaje, sino un día de acción de gracias a Dios, porque es eterna su misericordia.