miércoles, 23 de enero de 2013

EN CUESTIONES DE EVANGELIO, LAS REBAJAS NO VENDEN

Es natural que nos preguntemos en qué consiste la nueva evangelización y cómo podemos llevarla adelante. Pero hay un aspecto de nuestra tarea evangelizadora que no hemos abordado con hondura suficiente y que está causando mucho daño en nuestras comunidades parroquiales: la deserción de los adolescentes; de los niños que veíamos acudir con alegría a las celebraciones del domingo y que, apenas llegan a la adolescencia, se alejan de la práctica religiosa. Sucede con especial virulencia entre los que frecuentan los institutos, pero no es exclusivo de ellos. Por lo que conozco, los únicos que perseveran en un alto porcentaje son los hijos de las familias neocatecumenales que se insertaron en sus comunidades desde niños.
Los colegios religiosos que disponen de enseñanza secundaria tratan de acoger a estos adolescentes y de dar una respuesta a sus crisis. Por lo que yo nocozco, y confieso que mi experiencia es muy limitada, la respuesta más frecuente es la de las rebajas. No es infrecuente que chicos y chicas que acuden a estos colegios, sostengan abiertamente una postura favorable al aborto, a las relaciones sexuales más o menos libres, al rechazo del sacramento de la penitencia, a la insignificancia de la misa del domingo... Y no parece que haya nadie que les aclare su postura o que les diga abiertamente lo que enseña nuestra fe. Al final, estas rebajas conyunturales se traducen en una indiferencia total ante la fe y ante el Evangelio.
Los que acuden a los institutos lo tienen más difícil. No se atreven a confesar que son creyentes y terminan por alejarse totalmente de las prácticas religiosas. Algunos padres intentan retenerlos por la fuerza, pero esa actitud, ni dura mucho tiempo ni da resultado a largo plazo. Por mi parte, les suelo decir que no obliguen a sus hijos a que acudan a la Iglesia, aunque veo bien que hablen con ellos y que los animen. Al final, son muy pocos los que permanecen en nuestra comunidades. Y a veces, para que estos pocos no se alejen, no nos atrevemos a proponerles la fe con toda su alegría y su hondura. No es infrecuente que estén implicados en actividades que se desarrollan en los locales parroquiales y que se alejen de la misa del domingo y de la vida de fe en lo que se refiere a su trato con Dios. Porque tampoco aquí funcionan las rebajas.
Lo difícil es descubrir lo que deberíamos hacer para echarles una mano, en una etapa tan decisiva y crucial de su desarrollo humano y cristiano. Intuyo que habría que escucharlos más, estar más disponibles, ofrecer algún tipo de formación en consonancia con su edad... Cuando trato de acercarme a ellos con respeto y con afecto, veo que me escuchan, pero no estoy seguro de llegar a sus necesidades e inquitudes. En todo caso, estoy cada vez más convencido de que, en cuestiones de Evangelio, estas rebajas tampoco venden ni llevan a ninguna parte.
La excepción se produce cuando hay personas jóvenes y abiertas dedicadas a trabajar con los lóvenes y a escucharlos, pero siempre dispuestas a presentarles la fe con alegría, en diálogo con el mundo y sin ningún tipo de rebajas   

lunes, 14 de enero de 2013

CONTAR LO QUE NOS HA SUCEDIDO

El papa Pablo VI insistió, en diversos documentos, en que el hombre actual "escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan". Es así como evangelizaban los primeros cristianos, mediante una vida sencillamente evangélica. Primero, vivían enraizados en el Evangelio, y luego contaban todo lo que les había sucedido en su encuentro con Jesús y a partir de este encuentro. Su manera de vivir y de comportarse con los demás llevaba la marca de Jesús.
Los valores que encarnaban cada uno, y las primeras comunidades, eran la alegría, la humildad, la confianza en Jesucristo, la esperanza, la libertad interior y el amor mutuo. Empezando por los Apóstoles, que vivían en medio de sus comunidades y en actitud de servicio. Cuando alguien les preguntaba por la fuente de su amor o de su alegría, respondían sencillamente que lo habían recibido todo del Señor.
Si queremos que el anuncio del Evangelio resulte nuevo, novedoso y provocador, tenemos que realizarlo en un tono diferente y desde una rica experiencia interior. De ahí que la nueva evangelización no es algo que se pueda hacer sin más. Para que las palabras de un evangelizador resulten verdaderamente nuevas, tienen que salir de lo profundo del corazón: de un corazón convertido, alegre, sencillo, acogedor.
El error en que podemos caer es quedarnos en los contenidos, en lo que se llama la 'fe objetiva', y olvidar la vida de fe desde la que hablamos y desde la que anunciamos al Señor. En la Iglesia sobran "maestros", a la vez que faltan testigos alegres de Dios; sobran palabreros, que anuncian lo que no viven ni intentan vivir con esperanza; sobran personas poseídas del orgullo de su sabiduría y de su grandeza, que tratan de imponerse desde su altura intelectual, y de otros tipos, al común de los mortales. Sus razonamientos son correctos, pero no están respaldados por su vida ni por el calor de un corazón abrasado por el Espíritu Santo. Sólo conseguiremos llegar al corazón de los demás cuando contemos lo que nos ha sucedido desde el día en que nos enontramos con Jesucristo.     

sábado, 5 de enero de 2013

DIOS SE DA A CONOCER A QUIEN LE BUSCA

La primera gran cuestión que se nos plantea hoy a los cristianos es la de saber si se puede ser una persona del s. XXI y creer que Dios existe. Y la segunda, más importante aún y más compleja, es la de saber quién es Dios, qué rasgos le definen. En realidad, han sido las dos cuestiones que han preocupado al creyente a lo largo de la historia: si Dios existe y quién es Dios. Los que somos ya creyentes no estamos exentos de tener que afrontar ambas cuestiones ni de vivir etapas de profunda oscuridad.
Pero podemos afirmar sin ninguna duda que Dios se deja encontrar por todo el que le busca con sinceridad y con limpieza de corazón. Los caminos pueden ser muy diferentes, pero en algún momento de su vida dirá convencido: Dios sí existe; y yo lo he encontrado. Aunque sería más correcto decir: Dios sí existe y me ha encontrado cuando yo le buscaba a tientas. Es lo que se pone de manifiesto en la fiesta cristiana de hoy: la epifanía del Señor, más conocida como la fiesta de los Reyes.
Tenemos a unos hombres que buscan la verdad. Trataban de descubrir el funcionamiento del mundo y de los astros. En un momento dado, se sienten interpelados por un fenómeno que no era habitual, por un astro que les resultaba novedoso, y se pusieron en camino. El astro fue sólo un signo, y no demasiado elocuente, pero provocó en ellos el deseo de ir más allá de las apariencias, el deseo de transcender y llegar a Dios. Y saben que sólo lo pueden encontrar los que son limpios de corazón y los que buscan desde la cociencia de su pequeñez.
Hay un momento en el que perdieron la señal que seguían y se sintieron desconcertados. Pero, en lugar de rendirse, preguntaron a todo el que les pudiera dar alguna noticia de ese Dios que está viniendo al encuentro del hombre: se dejaronn ayudar por aquellos que creen saber algo de Dios. Hasta que la señal se hizo más nítida y más cercana: encontraron al Dios desconcertante que se nos ha manifestado en un niño desvalido. Y fue entonces, cuando la inteligencia se vio sometida a una dura prueba, cuando su corazón intuyó que Dios se da a conocer a todos los que le buscan sinceramente y a los que se deciden a adentrarse en el camino de las bienaventuranzas.